El Aumento De los Homicidios en América Latina. Por Eduardo Leandro Sigüenza
América Latina es la región más violenta del mundo, con las tasas de homicidios más elevadas y con la mayor incidencia de fenómenos como la violencia urbana, el secuestro, la justicia por mano propia y los conflictos ambientales. Este documento brinda un panorama de las formas, los protagonistas y los impactos económicos, sociales e institucionales de la violencia en América Latina, e identifica a grupos sociales particularmente vulnerables, como los jóvenes, las mujeres y los defensores de Derechos Humanos. El documento sirve de contexto para este número especial, que busca ser referencia para los estudiosos del tema.
Latinoamérica registra el 33 % de
los casos de criminalidad en el mundo, aun cuando concentra solo el 8 % de la
población del planeta. La presencia permanente y creciente del crimen
organizado y las pandillas genera cada día nuevas víctimas que mantienen a la
región como las más violenta a nivel mundial. También culpable de estos sucesos
es por culpa del narcotráfico
El
narcotráfico, en general, no busca derrocar a los gobiernos sino insertarse en
el sistema y manipularlo desde dentro. Favorecer a sus intereses criminales y
asegurar que el clima social no sea adverso a la producción y al comercio de
drogas es el principal objetivo político de esta industria delictiva.21 jul.
2009
Corrupción,
asesinatos, extorsión, debilidad institucional, inseguridad y problemas de
salud pública, son algunas de las consecuencias con las que tropieza nuestro
país tras haber sido permeado por el narcotráfico.31 ago. 2019
El gran
negocio del narcotráfico es relativamente reciente, consecuencia de varios
factores: el crecimiento explosivo de la demanda de drogas en el mercado
estadounidense en los años 80, las políticas súbitamente más intransigentes de
interdicción y erradicación, y la incorporación de la cocaína, importada de
Colombia.
En
Costa Rica, el conocimiento sobre la narcoviolencia, es decir, la violencia
vinculada al narcotráfico y al narcomenudeo, es escaso y muy fragmentado. Este artículo
tiene el objetivo de mostrar cuál es, a nivel nacional, el estado del arte
sobre este tema. Unificando el conocimiento existente sobre la narcoviolencia,
se brinda un análisis y síntesis que pueden servir a aquellos que, desde el
sector público y la sociedad civil, quieran entender cuáles son las
características principales de dicho fenómeno, con el fin de buscar e
implementar nuevas soluciones.
Paulatinamente
Costa Rica y Centroamérica se han convertido no solo en un lugar de paso de
drogas, sino en un país consumidor, y la seducción del dinero rápido ha
atrapado a muchos jóvenes cual si fueran empresas multinacionales
intensificando su acción criminal por el dominio del mercado.
Sin embargo, es de conocimiento general, la crítica situación económica que
padecen nuestra nación y Centroamérica, donde muchas personas pobres y otras
desempleadas son el blanco perfecto para recurrir a esta clase de actividades
ilícitas, donde los narcotraficantes se han atrincherado aprovechando la
geografía y la falta de trabajo.
Los
narcotraficantes utilizan las zonas rurales pobres para la producción de
cultivos de drogas y los círculos de pobreza en las ciudades y pueblos para
vender, traficar y consumir.
El clima de inseguridad y la lucha contra el narcotráfico ha puesto de
manifiesto el ingente poder adquirido por los grupos organizados para cometer
delitos y la frágil situación en la que nos encontramos los ciudadanos, porque
las redes criminales se han extendido como un verdadero cáncer, que se han ido
apropiando de tejidos sociales otrora sanos y honestos.
Esto
supone que, aunque Centroamérica no se ubica como área productora ni como
fuerza consumidora de importancia, el narcotráfico la ha seleccionado como ruta
de tránsito entre los países productores y los consumidores, penetrando
ampliamente en la región, debido fundamentalmente a la débil institucionalidad,
un alarmante nivel de corrupción, impunidad y creciente pobreza.
Consumo
está descriminalizado y la posesión de droga sólo es delito si se determina que
la intención de la persona es para que “distribuya, comercie, suministre,
fabrique, elabore, refine, transforme, extraiga, prepare, cultive, produzca,
transporte, almacene o venda las drogas, las sustancias o los productos
referidos en esta Ley, o cultive las plantas de las que se obtienen tales
sustancias o productos” (Artículo 58 de la Ley 8204).
El
modelo actual de prohibición logra a su vez, que el crimen organizado siente
sus bases de manera profunda, al considerarse un tema tabú o delictivo, haciendo
que no se instale en la agenda de los medios de comunicación y en el debate
público, la importancia de encauzar la lucha contra los grupos organizados que
controlan los negocios ilegales, en vez de reprimir a los campesinos
productores, pequeños correos, vendedores de calle o consumidores (Campero,
Vargas y Vergara, 2013).
Líderes
costarricenses afirman que el tema debe abordarse con otra perspectiva, tomar
el problema de las drogas como un problema de salud pública y no de derecho
penal, en el que la prevención y la seguridad sean los principales ejes en los
que realizar esfuerzos. Los costarricenses entienden que se ha conformado una
economía de mercado, y hay una oferta para cada demanda, es por esto que surge
la necesidad de reducir la venta a los principales países consumidores de
drogas ilícitas, Estados Unidos y la Unión Europea, socios en la exportación de
drogas producidas en América Latina. De las principales drogas que se consumen
y se producen son la Marihuana, el Crack, la Cocaína y Nuevas Sustancias
Psicoactivas, según el Informe Nacional sobre drogas 2017.
La República de
Costa Rica, viene aplicando diversas acciones para combatir al Narcotráfico,
reuniones diplomáticas con los países limítrofes con motivo de controlar el
tráfico internacional, cooperación científica y experticia para abordar las
problemáticas con soluciones exitosas como Colombia, la reforma parcial a la
Ley de Estupefacientes N°.8204 con el fin de incluir proporcionalidad y
especificidad de género en delitos específicos (2013), el debate que se instaló
en la Asamblea Legislativa sobre la legalización de la marihuana medicinal
(2014), la creación del Instituto Costarricense de Drogas y el Comisionado
Nacional Antidrogas (2010).
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